martes, 16 de marzo de 2010

Miguel Delibes Setién

(Valladolid, 17 de octubre de 1920 - † Valladolid, 12 de marzo de 2010) fue un novelista español y miembro de la Real Academia Española desde 1975 hasta su muerte, ocupando el sillón "e". Licenciado en Comercio, comenzó su carrera como columnista y posterior periodista de El Norte de Castilla, periódico que llegó a dirigir, para pasar de forma gradual a dedicarse en exclusiva a la novela.
Gran conocedor de la
fauna y flora de su entorno geográfico, apasionado de la caza y del mundo rural, supo plasmar en sus obras todo lo relativo a Castilla y a la caza desde la perspectiva de una persona urbana pero que no había perdido el contacto con ese mundo.
Se trata por tanto de una de las grandes figuras de la
literatura española posterior a la Guerra Civil, por lo cual fue reconocido con multitud de galardones, pero su influencia va aún más allá, ya que varias de sus obras han sido adaptadas al teatro o se han llevado al cine, siendo premiadas en certámenes como el Festival de Cannes.
Marcado profundamente por la muerte de su mujer en
1974, en 1998 padeció un cáncer de colon, del que nunca llegó a recuperarse completamente, lo que detuvo prácticamente por completo su carrera literaria y le llevó a la apatía y prácticamente al ostracismo hasta su muerte en 2010.




NOTICIA
El fallecimiento del escritor vallisoletano Miguel Delibes deja un profundo vacío en el mundo de las letras.
Delibes era un grandísimo narrador, con una enorme capacidad descriptiva y con una gran conexión con el lector.
Además fue maestro de periodistas en El Norte de Castilla, y licenciado en Derecho, lo que acredita su gran estatura intelectual.
Fue un gran amante de la naturaleza y de la caza, pero por encima de todo se sentía escritor, y dejo su impronta literaria en numerosos libros.
Ahora que la literatura evoluciona, tal vez porque las pautas morales van cambiando con el paso del tiempo, en el que se observa un cierto relativismo moral, el ejemplo de Delibes debería estar presente más que nunca ya que Miguel fue un hombre comprometido con su tiempo, culto pero sencillo que se refugió en la naturaleza de la vieja Castilla, acaso para inspirar su extensa y vital obra literaria.
Se fue físicamente el gran escritor castellano, pero mientras hayan libros, su obra y su literatura quedarán indelebles a pesar del inevitable transcurrir del tiempo.
Creo que las Universidades, Colegios e Institutos españoles deben un homenaje al espejo en el que se miran generaciones de españoles, y que es un paradigma para futuras generaciones. Su comportamiento ético ejemplarizante y su literatura narrativa y descriptiva le hacen acreedor de este reconocimiento.
Descanse en paz.






CINCO HORAS CON MARIO

Querer no sé lo que querrán, lo que sí te puedo decir es que deberían tener más respeto y un poquito más de consideración, que hasta el mismo Mario, tú lo estás viendo, y de sobra sé que es muy joven, pero una vez que se tuerce, ¿puedes decirme quién le endereza? Los malos ejemplos, cariño, que no me canso de repetírtelo, y no es que vaya a decir ahora que Mario sea un caso perdido, ni mucho menos, que a su manera es cariñoso, pero no me digas cómo se pone cada vez que habla, si se le salen los ojos de las órbitas, con las «patrioterías» y los «Fariseísmos», que el día que le oí defender el Estado laico casi me desmayo, Mario, palabra, que hasta ahí podíamos llegar. Desde luego, la Universidad no les prueba a estos chicos, desengáñate, les meten muchas ideas raras allí, por mucho que digáis, que mamá, que en paz descanse, ponía el dedo en la llaga, «la instrucción, en el Colegio; la educación, en casa», que a mamá, no es porque yo lo diga, no se le iba una. Pero tú les das demasiadas alas a los niños, Mario, y con los niños hay que ser inflexibles, que aunque de momento les duela, a la larga lo agradecen. Mira, Mario, veintidós años y todo el día de Dios leyendo o pensando, y leer y pensar es malo, cariño, convéncete, y sus amigos, ídem del lienzo, que me dan miedo, la verdad. No nos engañemos, Mario, pero la mayor parte de los chicos son hoy medio rojos, que yo no sé lo que les pasa, tienen la cabeza loca, llena de ideas estrambóticas sobre la libertad y el diálogo y esas cosas de que hablan ellos. ¡Dios mío, hace unos años, acuérdate! Ahora no le hables a un muchacho de la guerra, Mario, ya sé que la guerra es horrible, cariño, pero al fin y al cabo es oficio de valientes, que de los españoles dirán que hemos sido guerreros, pero no nos ha ido tan mal me parece a mí, que no hay país en el mundo que nos llegue a los talones, ya le oyes a papá, «máquinas», no; pero valores espirituales y decencia para exportar

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